domingo, 30 de agosto de 2009

232

Definitivamente no era mi día, ni mi noche. Las serpientes habian aparecido otra vez. Se escurrian entre mis pálidas piernas, debajo de las sabanas. Yo solo podia ver el relieve movedizo, sentir el cosquilleo. Hasta que una se tomó el atrevimiento de subir hasta mi cuello, abrazarlo, asfixiarme, hacerme desaparecer.

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