martes, 17 de julio de 2012

mari mari po po

La mariposa, que vive solo un día, ha decidido suicidarse. He dicho bien, pues fui testigo de ella a punto de arrojar su frágil cuerpo a las vías, previo notar que no pertenecía a ningúna parte. ¿Qué nos queda cuando la mariposa, que vive solo un día, decide suicidarse? ¿Cuando aquellas alas no multicolores dan cuenta de lo poco que se ama, de lo poco que se conoce, de lo poco que se camina? ¿Sentimos el abismo? La mariposa sale de su preciado capullo y al conocer el mundo, ve un entramado sinsentido, soledades que se cruzan sin decir palabra, alguna que otra explosión de amor, neurotismo, relojes... millones de relojes, sonidos istrionicos. Entonces decide suicidarse. Se acerca la mariposa tricolor al borde de un anden, sin temblar, tan decidida, absorta en su idea de acabar con la instantánea vida que la naturaleza le ha brindado, que tan generosamente le ha brindado para que contemple este espacio etereo. Da pasos de mariposa y contempla el tren acercandose, las personas ansiosas por abordar un destino que desconoce. Reconoce el momento de saltar y convertirse solo en un recuerdo para nadie cuando un pie ajeno y apurado, ejerce sobre ella la presión necesaria como para intervenir en su único deseo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario